Por DANTE
El calor agobiante se hizo presente en la cancha 5 de Ciudad Universitaria. Y digamos que fue lo más constante de la tarde. Párrafo aparte para el querido Centro Meteorológico Nacional, que fiel a su estilo, erró con el pronóstico. Pero a pesar de las quejas, convengamos que fue sólo por un par de horas, como se haría evidente ya llegada la noche en que cayeron pelotas de granizo. De todos modos hay veces que parece que tiran que va a llover para que salgamos, nos escabiemos y estemos rotos al otro día, sólo para encontrar una excusa en eso a la falta de estado que abunda en nuestra juventud. Antes los pibes comían puchero, nada de mc combo, y eran aviones. Pero cogían menos. Porque las minas entregaban menos. Es una polémica, para hinchar los huevos nomás.
Toda esta exposición anterior, fue para dilatar el comentario del partido, y hacerlo más interesante de lo que fue.
Como nunca se hizo en periodismo (¿?), podríamos hablar de dos equipos diferentes: uno en cada tiempo.
El primero, errático, con más ganas que juego, con más pelotazos que toques, con pocas llegadas, pero que así y todo contuvo a un rival que a priori era de mayor jerarquía. Creo que faltó sorpresa por la bulimia de ideas, pero por sobre todas las cosas por la anorexia del mediocampo. No hubo transición entre defensa-ataque, y eso hizo que a los de arriba les llegar dividida, los del medio no transportaran, y corrieran al pedo y mal.
Las más claras fueron de Real Ostokes, sin ser una catarata de oportunidades. Se destacó de ellas una de El Russo, quien no pudo mantener la racha goleadora, y mostrando que su arte más desarrollado es el despeje, literalmente despejó una pelota abajo del arco contrario. Luego pidió el cambio, no sabemos si por una lesión o, como hacen los habilidosos, para justificar el yerro. Sin embargo, con pocos minutos en cancha ratificó su aspereza necesaria y ser un gran valuarte en la defensa: ¡ Que los goles los hagan los delanteros, puta madre!, se lo escuchó decir mientras salía rengueando ovacionado por los tres tipos que a esa hora había fuera de la cancha. Un poco exagerado mi relato. Retomo.
En la segunda etapa hubo un cambio fundamental en la mentalidad. El equipo se dio cuenta que podía, animándose un poco más, llevarse el amistoso y mantener así el puntaje perfecto que arrastraba. Ya con Juanchi y Francisco quejándose por los chichones en la cabeza de despejar todo lo que se movía y venía medio alto, la seguridad defensiva tiró a Realostó unos metros adelante en la cancha. Hasta se vio a la defensa salir hasta la mitad de cancha, lo que significaba que la pelota y los ataques eran a favor. Los de Agronomía, haciendo valer su mayor experiencia, y por qué no, su superioridad en el quilaje (eran duros los viejos), se dedicaron a esperar y salir de contra.
A pesar de algunos desajustes tácticos, y cierto desconcierto sobre todo hacia el final hubo cuatro jugadas clarísimas desperecidas para el equipo en formación. Un par de Flavio, alguna de Cristo y una que sacó el arquero contrario. Hay que aclarar que uno de los mayores errores fue prestarles al arquero que pertenece a los nuestros, y sigue pelando un lugar en el equipo, pues estuvo muy seguro y salió bien en las pelotas aereas. Los dos guardametas estuvieron seguros en realidad, pero el de Realostó disfrutó de una tarde más tranquila.
Lo lamentable: una jugada aislada, una corrida por la banda izquierda del ataque de Agronomía, un rebote con enganche y culo incluido y adentro. Uno a cero. Nada más hizo el equipo vencedor, que al término del partido como buen ganador (que es aquél que alguna vez perdió y se supo quedar caliente reclamando la revancha) aceptó un segundo match y hasta en off (pintó el inglés de golpe) se escuchó a alguno decir: Juegan bien estos pibes ¿Solo tres partidos juntos? Merecieron empatar y todo. A seguir mejorando, que hay equipo.
